domingo, 22 de agosto de 2010

Los vegetarianos

1.

Un cerdo viejo, de piel curtida en suciedad, yace muerto al sol mientras las moscas se introducen trabajosamente en su hocico coagulado. Lo han machacado a palos.

También le rompen el pescuezo a un ave enferma. La apilan junto al montón a pesar de su hueco bucal lleno de pústulas y granos amoratados. Estaba enferma, hace meses le cortaron el pico y la herida se infectó; probablemente fueron las tijeras oxidadas con las que le hicieron la brutal cirujía.

Mientras tanto, las personas dicen: ¡Buen provecho! ¡Qué rico!

2.

La carne se pudre, la muerte contamina. A todos nos es desagradable el olor de un perro atropellado, a los más sensibles incluso hará volver el estómago. Pues bien, las carnicerías y los puestos de tacos huelen igual, solo que estos últimos ocultan su pútrido aroma tras el fuego. Además, si se es carnívoro no se nota, pues se respira y se desea como tal.

Luego, las personas preguntan: ¿por qué eres vegetariano? ¿no se te antojan unas hamburguesas de vez en cuando?

Y la respuesta a sus preguntas no rádica en lo primero que les viene a la mente: ¡Estúpido protector de los derechos animales, tú te lo pierdes! No, por supuesto que a los vegetarianos les preocupa el maltrato y el abuso de la cría desmedida, de los horrores de la granja; pero la verdad es que tampoco les sabe bien a sí mismos disfrutar de un corte argentino bañado en bilis y dolor de ternera. Sus cuerpos no son un cementerio de animales malditos, sus cuerpos no son un procesador a manera de tumba.
Entienden lo desagradable en que tu saliva apeste a mariscos descompuestos y pescado salado en cañerías mientras besas cariñosamente a tu pareja.

3.

Si de mínimo hubiera cazadores consumiendo honorablemente carne fresca, pero no, solo hay gordos atascándose la muerte enlatada hace meses.

9 comentarios:

Miguel dijo...

también, si los animales están enfermos o no, tal vez habrá compañías que efectivamente se aseguren de tenerlos en buenas condiciones de higiene y bla bla bla, pero al final son animales que están fuera de su entorno, saben que "algo" anda mal y generan estres y una vibra tan negativa que al final termina en nuestra boca, es lo que dices, estamos alimentandonos de muerte y miedo sin ser necesario

ArnoCamel dijo...

que la especie humana es una plaga,
tal vez más crueles los hombres que las mujeres (en cierta escala porque de la arrogancia nadie se escapa)

lache toda la vida
digo lache porque no leche

cosecha en casa,
los vínculos entre todas las industrias que se hagan llamar industrias no resultan benéficos ni para el suelo, ni para animales, ni para plantas, ni para hongos.

reconocer como ser vivo al árbol, cañamo, cactus, seta o cualquiera que sea el nombre que se le haya conferido a esas bestias

destruir el pavimento,
el agua en la ciudad nunca se aprovecha, la grava, cantera o cemento la absorben y la devuelven a la atmósfera como vapor en lugar de ser filtrada al subsuelo


ser consciente de que no se cuentan con garras ni con colmillos para despedazar, y no aceptar la cobardía del uso de armas para infringir sufrimiento o muerte


cuando el ruido en la corteza cerebral cesa, no me canso de leerle señora página de internet
saludos

el Profe dijo...

Vos misma lo dijiste, comer carne honorablemente… Funciona más o menos así:

Invierno, pampa argentina. Hacen unos -2º de sensación térmica. Si uno quiere hacerlo realmente a la antigua, no desayunar más que un caldo: el hambre agudiza los sentidos y da mayor significado a lo que viene después.

Calcular la dirección del viento. Buscar rastros. Si no los hay (o uno es mal rastreador), intentar predecir los movimientos de los animales. Ir a una fuente de agua o un claro, pero siempre desde la espesura. Nunca, bajo ningún motivo, hacer ruido.

Han pasado tres horas de hambre y frío, el rifle pesa, uno realmente empieza a desear morder algo caliente. Finalmente, al cruzar un monte con el máximo sigilo, se ve en el claro una manada de ciervos. Apuntar siempre a un macho, nunca hembras ni crías.

Apuntar, se dice fácil. Tenderse en la tierra helada o con escarcha. Hacer un montículo de tierra o conseguir una rama donde apoyar el rifle, mientras los pulmones se congelan contra la tierra helada. Centrar la mira (telescópica no, es hacer trampa). Calcular la distancia, calcular el viento, bajo ningún concepto hacer ruido. Entre la emoción, el hambre, el frío y el miedo a que el animal se mueva inesperadamente, la mano tiembla. Esperar, pacientemente, hasta que el balanceo se haga rítmico, predecible, el balanceo con su centro justo entre las dos patas delanteras, tirar del gatillo suavemente para ablandarlo, seguir el balanceo, jalar en un movimiento firme y continuo, no espasmódico.

Con un 7.62mm, los ojos terminan en cualquier lado, los tímpanos se sacuden como vidrios y en el hombro se siente algo parecido a un accidente de tren. Hay medio segundo que es un acto de fe, una plegaria silenciosa a que el balanceo haya sido preciso y el impacto, certero.

Cuando los ojos pueden volver a enfocar, todos los venados están corriendo desesperados. Todos, menos uno.

Queda probablemente el momento más trascendente, el de ir al encuentro de la presa.

Kafka dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

La teoría crítica de Frankfurt explica los asesinatos, campos de concentración, guerras y matanzas a partir de una comparativa entre los cazadores y su zoofilia. Desean al animal, y por culpa de no encontrar otra manera de vínculo emotivo fuerte, los asesinan. Lo mismo que hacen los incapacitados sociales, imposibilitados para la comprensión y la tolerancia del otro, la diversidad cultural y las complicaciones del mundo, no pueden establecer otro tipo de relación (fundamentada en el deseo y el amor finalmente) que no sea el asesinato.

el Profe dijo...

Ajá.

Kafka dijo...

:) igual se me antoja ir de caza, y así, probablemente tampoco me negaría a comer

Kafka dijo...

Profe, invítame a las Argentinas

el Profe dijo...

Faltan unos 9 meses hasta que sea temporada de ciervos nuevamente, mi querida Srta. K, pero desde ya que si viene a Buenos Aires con mucho gusto le hago un tour por la ciudad. Siempre podemos cazar hipsters, es menos gratificante pero más divertido.