lunes, 25 de octubre de 2010

De cuando a los 18 años tuve un amigo imaginario llamado Graham (parte I)

Graham y yo coincidimos en que los días nublados nos recuerdan nuestra infancia. No es porque hallamos vivido en un clima así, ni porque seamos melancólicos. Gustamos que se nos pegue el polvo, la cortinilla de lluvia fina que no se ve pero moja. El gris del cielo nublado, es el gris de la memoria.

Los mismos árboles, el mismo sol, las mismas personas y las carreteras son iguales, pero si hay viento, este ventila la existencia.

1 comentario:

Sheba dijo...

COLMEX, sacrosanta institución de biblioteca enorme y arquitectura del México farol de los sesentas. A qué programa vas? Camacho. No hay osos, te agrego.