viernes, 28 de mayo de 2010

Yo quiero ser astronauta

Cuando iba al mercado con mi mamá me escapaba a las verduras, a los champiñones más bien. Los rompía en cachitos. También me gustaba doblar cucharas. En la iglesía clavaba mis uñitas en las bancas, no escribía mi nombre porque creo que aun no sabía ni cómo. Mordía la puerta de cedro de la sala (ya sé, ya sé, niña rata). Picaba con el tenedor todo mantel acolchonado en el que me sirvieran de comer. Espantaba al cotorro de mi abuela.
Nadie nunca me regañó.

Por otro lado hacia mi tarea solita, viendo caricaturas claro pero sin molestar. Tendía mi cama y la de mis hermanas. Era buena con mis gatos y cuidaba el agua. Me gustaba cantar y tenía plantitas. De hecho había un tomate que adoraba porque crecía rápido y diario le veía hojitas nuevas.

Quería ser astronauta en ese entonces. Y todo marchaba bien porque era buena, o por lo menos nadie me decía lo contrario. Mi moral era dulce de cereza y estaba segura de que con eso bastaba. Debieron advertirme que así no funciona el mundo.

Creo que alguien se ha estado aprovechando de mí.

sábado, 22 de mayo de 2010

Maurice Blanchot

Todo ha de borrarse, todo se borrará. Escribir tiene lugar y tiene su lugar de acuerdo con la exigencia infinita del borrarse.

lunes, 10 de mayo de 2010

Perdóname

La gente se torna misteriosa cuando nos abandona. Todo cambia.