sábado, 8 de noviembre de 2014

Política interior

Ayer leí que en uno de tantos discursos Kennedy había dicho algo más o menos así: "no se pregunten qué puede hacer su país por ustedes, pregúntense qué pueden hacer ustedes por su país"... Desconozco del todo el contexto de la cita y también desconozco las minucias concernientes a la vida de Kennedy, para acabar pronto. De hecho, la misma frase pasó a segundo plano, sin embargo, lo significativo radica en el pretexto: la cita me puso a pensar en lo hermoso que sería tener a un presidente capaz de levantar el ánimo, capaz de la palabra, del discurso que eleva el espíritu. Pensé en el emperador-padre del confucianismo. Imaginé a un presidente-poeta. En vista de que México carece de educación y de objetivos, si la voz de un visionario pudiera alzarse entre el ruido y los medios, ésta sería la vía más rápida para compartir ideales, para sumarnos a una causa común. En mi cabeza, es el discurso de un líder ilustrado el que nos pone a tono y nos iguala. De cualquier forma esto solo es un sueño. La estructura actual de poder no puede permitir algo así...
Mientras las cosas cambian y a favor de que esto ocurra pronto, lo repito: hago lo que me corresponde. No exagero si digo que todos los días me comprometo a ser mejor ciudadana y a trabajar en servicio de la comunidad, de quienes me rodean. Soy sincera, con el corazón pienso en el otro, en los demás. Todos los días. La Ciudad de México es el escenario perfecto para probar que tengo ideales así que no se me olvida, no lo puedo olvidar. Como todos, unos más, otros menos, soy sensible a la vida política de mi país. Espero que mis compatriotas decidan tomar las mejores acciones al respecto.