miércoles, 12 de octubre de 2011

Animismo

Compré un sombrero y lo colgué en la silla que está a un lado de mi cama. Es para plagar de existencia las miradas que echo a la habitación en penumbra, entre sueños. Me hace creer, a instantes, que es alguien sentado a mi lado, apuntando la noche. Viéndome dormir. Esto no sin sobresaltos por supuesto, con miedo las primeras noches por su silueta infame pero, nos estámos entendiendo. A veces lo domino yo y le permito conversar conmigo, le dejo ser; otras me atemoriza tanto que me despierta, me obliga a racionarle hasta su condición de sombrero en una silla. Por lo menos tenemos un diálogo intenso, lo cual ya es mucho que decir.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Un guía amistoso

Stefan:

Estoy leyendo a Gramsci, una de tantas compilaciones acerca de su obra. El libro se llama Cultura y Literatura, supongo que lo conoces. Hay una parte, en la que Gramsci habla sobre los intelectuales y sus caracterizaciones (es brillante). De ahí, por obvia asociación, pasa a hablar sobre la educación y las instituciones educativas. Es tan positivo, y tan coherente, que a momentos me enternece. Y luego me avergüenza el haberme enternecido (según sus propios postulados, pues significa que me siento autónoma e independiente del resto de la sociedad, investida de características propias y exclusivas, lo cual da como resultado esta apreciación "utópica", "imposible", de la virtud en las masas... Aún me falta sabiduría para valorar la acción humana sin el estigma de la función social).
En fin, voy a ir al grano, te decía, Gramsci se pone a hablar sobre la educación, sobre como debería de ser. A continuación, citaré la situación ideal, tratese del caso de un joven adulto que ya ha tenido una formación creativa, pero sólida y disciplinada desde su infancia:

"Ahora, el aprendizaje se consigue especialmente con un esfuerzo espontáneo y autónomo del alumno, en el cual el maestro no ejerce más que una función de guía amistoso, como ocurre o debería ocurrir en la Universidad."

Gracias a ti, en mi caso si ocurrió. En la Universidad tuve un guía amistoso, tan ligero y natural en sus enseñanzas, que logró conjugar en mi proceso de aprendizaje -a un mismo tiempo- la libertad y el estricto deseo por buscar el saber.

Nunca lo voy a olvidar.

viernes, 26 de agosto de 2011

México

Hace mucho que dejé de ver las noticias, simple y sencillamente, porque yo sueño. Sin metáforas, sin ningún sentido poético, yo sueño. Es decir, recuerdo -sin excepción- todos y cada uno de mis sueños. Cuando me entero de sucesos como el que acaba de ocurrir en Monterrey, sufro de ante mano: se que una vez que duerma viviré la violencia, el dolor, la impotencia... arderé en el fuego.

Es la primera vez que confieso algo así. Obvio, porque me culpo de ello. Me enloquece que mi subconsciente guarde y repita acciones tan siniestras ¡hechos que repruebo, que aborrezco!... que me deprimen y me asustan muchísimo. No me interesan el poder ni el dinero, por favor, soy vegetariana. Me gusta leer.

Pero ya basta. Hoy, estoy dispuesta a aceptar que si son mías. No he hecho nada por pararlas, ni siquiera las he querido mirar en la televisión. Por tanto sí, sí me pertenecen. No sabes cuánto me pesa esta identidad podrida, ser mexicana hasta en el inconsciente y seguirme haciendo pendeja.

Además, lo que está sucediendo en el país lastima lo más profundo de nuestro ser, de nuestra humanidad. No lo olvides.

jueves, 5 de mayo de 2011

La frontera

En Tijuana el desierto es bosque. Un bosque de cactus altísimos, retorcidos; guerreros invencibles de la aridez. Su sombra es profunda, de ella emergen venados, búhos y zorros, serpientes y alacranes, todo a la vez.
Da miedo que entre tanto sol aún quepan tantos recovecos oscuros. Las señales federales lo advierten: “No haga paradas en despoblado“. Las gasolineras abandonadas de Pemex lo confirman: “Váyase de aquí“.

domingo, 3 de abril de 2011

君に届け

Por fin colgaron el capítulo que había estado esperando. La trama se había quedado a punto de la revelación amorosa: después de innumerables errores y malentendidos, de capítulos enteros que abordaban los pensamientos introspectivos de Kuronuma y Kazehaya, estos por fin, lidiando forzosamente con la timidez, se disponen a hablar sobre sus sentimientos.

Todo había ido lentísimo, estamos hablando del capítulo 32 y a penas van a hablar. Fue una tortura porque desde el principio los presentaron como los protagonistas que aman profundamente al otro en secreto. Ese era el conflicto fundamental que les compró mi ñoño romanticismo nocturno y closetero. Llevaba rato esperado con ansia este momento.

Kuronuma y Kazehaya están cara a cara, el salón de clases existe iluminado por un cálido atardecer en el que la brisa veraniega arrastra una agradable musicalidad proveniente de la calle y a la vez del campo y del mar y que mueve las cortinas en un impetuoso baile que contrasta con la rigidez de ambos, de las butacas vacías. Los dos tratan de decir algo, pero se contienen al presentir que van a interrumpir al otro. Silencio e inacción de nuevo, se siente que las mejillas les arden...
De pronto, un horrendo pitido interviene en la escena; la pantalla parpadea en rojo. Alerta máxima: terremoto al norte del país. Un mapa sobrepuesto abajo a la derecha indica el epicentro. 8 segundos después, cuando el aviso desaparece y el sabor del tsunami y la central nuclear de fukushima se desvanecen de mi memoria, esos dos se están besando. Que feliz me he puesto ¡por fin se encontraron!
Vamos a dejarle la tempestad a la naturaleza, Japón y yo nos guardamos la calma.

Esto no va a quedar en una visualización online nada más, el archivo ya está en un cd titulado “Souvenir de un terremoto japonés“.

jueves, 31 de marzo de 2011

Creo que por fin he madurado un poco

El año pasado sufrí la depresión más terrible, más agonizante de toda mi vida. Nadie me ayudó, nadie me podía ayudar. Ya lo he mencionado en posts anteriores, mi consuelo y mi diversión estaban en imaginar un casual choque donde mi carro fuera comprimido por un tráiler de doble remolque. Sin miedo ni cargos de consciencia.
De algún modo salí, fue suerte, no creo poder repetir semejante hazaña nunca más. Pero aprendí algo útil: canalizar la tristeza en acciones, y las acciones en orgullo. Dicho orgullo no es para regodearse en él, no es del tipo presuntuoso o banal. Es más un orgullo digno, merecido. Los logros que obtengo siempre serán pequeños en comparación con los de otros, pero para mí están bien, porque en cada uno de ellos supero mi frágil carácter.

En dos meses más me voy a vivir a una ciudad que siempre me ha parecido horrible, y sin embargo, sé que llevo conmigo la belleza. Con algo de suerte, el amor y la felicidad también.

martes, 8 de marzo de 2011

El mejor hombre

Soy mujer, pero por eso soy buen hombre.
Porque se lo que se quiere de uno, lo que se necesita de verdad.

Y ustedes no-oh.

martes, 22 de febrero de 2011

Malentendido

1-Hola ¿cómo estás?
2-Bien, aunque me duele la cabeza.
1-Siempre te duele la cabeza.
2-¿En serio?
1-Sí, y nunca preguntas cómo estoy yo.
2-Lo siento. Aunque si todas estas veces que me has preguntado cómo estoy lo has hecho esperando que yo te devuelva la pregunta, entonces me parece pertinente cuestionarte si sabes por qué siempre me duele la cabeza.
1-Eh... no, no sé.
2-Ah, entonces es justo -en respuesta a tu queja- decir que yo siempre estoy esperando tu interés, más no tu educación al saludar. ¿Por qué si ya tantas veces has escuchado de mi dolor de cabeza ni siquiera te da tantita curiosidad saber cómo lo llevo, qué lo provoca? O así de fácil supones que son migrañas de mujer neurótica.
1-...
2-De todas formas perdóname por favor. Me salí por la tangente retórica. La verdad es que yo te quiero, y si no pregunto cómo estás, no quiere decir que no me importes. Es sólo que pensé que el cariño y el interés ya estaban implícitos en el hecho de sostener conversación; de buscarnos uno al otro hasta la encantadora coincidencia de sincronizar el tiempo y el espacio en el Universo.

De alguna forma se es constante

Cotarello me hizo ver que las dos últimas entradas en este blog son una burla. Mientras en una hablo de iniciar con fuerza y buenas miras el año, tres días después, en la otra hablo de suicidio e infiernos personales. No caeré en la simpleza de justificar que la volubilidad es una condición de permanencia en mí, no. Pero me parece divertido, supongo que el placer está en lo inesperado, en la eterna, estúpida y genuina sorpresa a la que someto el total de mi vida: baste un mensaje no recibido para sumergirme en la soledad o que haya jugo de naranja en el desayuno como buen augurio laboral. Pero retomando el tema en cuestión, la constancia -la recuperación del equilibrio- se puede ver fácilmente que está aquí, en escribir. Viene al dar orden narrativo al caos de la experiencia; y lo comprobaré ahora mismo.

En su Introducción a la literatura fantástica, cuando Todorov habla de pan-determinismo dice que en todos los niveles existen relaciones entre todos los elementos del mundo:
Un día, se producen simultáneamente dos acontecimientos... mientras unos lo interpretan como una coincidencia en el tiempo, para otros será una causa. Citaré a continuación los mismos ejemplos (tomados de la obra de Nerval) de los que él se auxilia para clarificar la situación.

Aurelia acaba de morir, y el narrador, que lo ignora, piensa en un anillo que le había dado; como el anillo era demasiado grande, lo había hecho cortar:

“Sólo comprendí mi falta al oir el ruido de la sierra. Me pareció ver correr sangre...“.

¿Azar? ¿Coincidencia? No para el narrador de Aurelia.

El agua crecía en las calles vecinas; bajé corriendo por la calle Saint-Victor y, con la idea de detener lo que creía ser el diluvio universal, arrojé en el lugar más profundo el anillo que había comprado en Saint-Eustache. En el mismo momento la tormenta se calmó y un rayo de sol empezó a brillar.

Nerval es prudente, sólo explicita la coincidencia temporal, más no la causalidad; aunque la sugiere (¿o es el universo quien hace esto? no sé...)

La hora de nuestro nacimiento, el punto de la tierra en donde aparecimos, el primer gesto, el nombre del cuarto, todas esas consagraciones, esos ritos que nos imponen, todo eso establece una serie feliz o fatal de la cual depende todo el porvenir. (...) Con razón se dijo que nada en el universo es indiferente ni impotente; un átomo puede disolverlo todo, un átomo puede salvarlo todo. O bien, en una fórmula lacónica: Todo se corresponde.

Bien, se me achacará el intentar cuadrar mis pasiones desatadas a las explicaciones de un loco y en un contexto literario fantástico, pero para mí es lógico. El mensaje y la soledad, el jugo y el bonito día de trabajo son como el anillo que se arroja y detiene el diluvio. Talvez no sea una lógica universal, sino subjetiva y a merced de la fe (¿o acaso universal en su subjetividad?); aún así, si se comprende el esquema al cual se inscriben los acontecimientos de mi vida -en los que “todo se coresponde“ sutilmente pero sin falla- se aceptará hasta la diferenciación de niveles, las construcciones de las categorías del objeto y del espacio, de la causalidad y del tiempo. Escribir matiza casi con armonía causal mis torpes respuestas llenas de volubilidad. Escribir encaja todo (a mí y al mundo) en una redacción coherente que responde a la burla echa por Cotarello. Escribir me trae de nuevo aquí, a dar forma al pensamiento aunque parezca una broma. Eso sí, una broma redondita en todo aspecto, la entrada número 100 del mundo flotante.

viernes, 7 de enero de 2011

Sobre las benevolencias del Internet

Tengo tantos pensamientos suicidas, y tanto dolor de no poder hablarlos, que cuando llego a la casa y me bajo del carro, le digo a este: “matiz, discúlpame, cada que me monto en ti, mientras te manejo, me la paso visualizando en donde podría estrellarte. Te has salvado porque si me he de morir pronto, por lo menos le debería de dejar un sueño adolescente realizado a mi sobrina, el cual, por supuesto eres tú. Una chica que tiene carro a los 14 o 15 años es una verdadera princesa consentida.“
Me parece de un tremendo mal gusto decirle a las personas que estoy deprimida, de todas formas no pueden ayudarme, y mi enfermedad es muy contagiosa. Creo que por eso he terminado haciendo el rídiculo que vivo en este preciso instante, escribir una entrada de blog. Hace un rato me la pasé llorando frente al muro de facebook, 300 amigos ahí no significan mucho. Tenía ganas de actualizar un estado que dijera “pensamientos suicidas, mi pan de cada día“, pero me detuve a pensar qué clase de comentarios podría acarrear esa acción. Supuse que algunas amistades me dirían “Noooo, cómo crees, anímate“; otros escribirían “claro, todo está de la mierda, pero no te ríndas... cuándo vamos por un café o una cerveza“; y por último, los pocos familiares me reprenderían “pues soy una jovencita guapa con toda la vida por delante“. Bajo esas expectativas ya no valía la pena hacerlo; en parte si me siento tan sola y tan triste es porque dudo que alguien pueda darme una solución. Entonces, decidí que no valía la pena hacerlo, pero la curiosidad (ok, ok, lo confieso, la necesidad, el grito silencioso de ayuda, esa pequeña señal antes de “la tragedia“) me seguía diciendo que lo escribiera. ¡Hey todos, escuchenme, esta es la intimidad pública, la anécdota de cómo una veinticuatroañera llora media hora frente al facebook y no porque acabe de ver una foto de su ex con su nueva novia! De hecho ya había tecleado mi lamentable estado, si no le di publicar fue porque me asaltó un último (no lo negaré, también rídiculo) pensamiento: que nadie escribiera, que solo le dieran me gusta y ya en señal de “apoyo“, o ni eso, como es viernes por la noche que pasara desapercibido, sin el mínimo interés. Ya se que mi vida social apesta, pero la confirmación de este hecho a través de un sitio en internet suena insoportable, todavía trato de cuidarme un poco las apariencias.
Pero vaya, ya me siento un poco más tranquila, reunir fuerzas para escribir esto me ha tomado tiempo y creo que me encuentro mejor. Lo grandioso de tener este blog es que siempre me ha parecido que es una ficción, un diario de ficción, tiene la magia de permitirme escribir una que otra particularidad de mi vida con exageración y retorcimiento; surte un efecto tan poderoso este trastocamiento de los hechos que es como una fuente de la eterna juventud, un pozo que se traga los fragmentos de mi vida con los que no puedo lidiar muy bien. Mi querido blog funciona como filtro entre mi vida real y la virtual, todo es muy claro así; de esto lo único que me preocupa es estar creando un infierno personal que ahora flota en la Red. Ojalá no agarre descuidado a nadie que teclee su dirección.
Enhorabuena, esta entrada ya me empieza a parecer ajena, algo que nunca pasó.

martes, 4 de enero de 2011

Año nuevo

Me imprimí un calendario con la imagen de un gato de caricatura, todo gordo, todo sorprendido, tiene una carita de tonta duda y dolor porque su colita está metida en agua; no la saca, no hace nada, solo contempla a quien le mira -con las orejitas echadas atrás-. Bellísimo. Me gusta mucho, probablemente porque su torpe actitud me recuerda a mí (y ahora escribiendo sobre calendarios de gatos me recuerdo a una anciana, pero no importa). El punto es, que el dibujo es genial, atrapa la esencia de la caricatura que deseo dejar de ser: un gato flojo y pasivo, congelado en situaciones de risible queja. Quiero escribir, estudiar y que se me pongan duras las nalgas; objetivos que es fácil sistematizar en mi nuevo calendario porque la actitud ya la traigo, me la regalé desde el día primero. Además, en una mezcla de lecturas e hyperlinks, me apoya mi gurú personal, Yukio Mishima.

Ok, esto viene a cuenta porque tengo buenos deseos, para todos. Que este año, de verdad, sea feliz. Yo obtendré lo que quiero. A ustedes les dejo toda la suerte.