Tu cuerpo suave no pesa en mi cama. Liviano. Como el sueño que no te
permití tener. Frágil. Tanto que mis caricias te hacían temblar como
alas de mariposa; terriblemente vivas, dolorosamente rotas,
inconscientes y absolutas. Tan suave. A mi merced insomne y obsesiva.
¿Qué voy a hacer con todo este amor que no puedes ver? Al que repele la
alarma del despertador…
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