La ciudad y la noche son un sueño en el que los ventanales de los
edificios reflejan los faros en lugar de las estrellas. Las
bocanadas de tabaco son como el fantasma de un cachalote que surca las aguas negras de este cielo citadino. Lo bello brota fácil porque se colora ante la
muerte y las sombras. Me gusta más así, que nada tenga que ver con el pasto y
las flores, ni con la supervivencia.
Música, y que el auto no pare de avanzar, manejado por quién sabe quién.
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